¿Qué consecuencias físicas tiene el uso excesivo de la televisión? Difícil de considerar, pero hay varias señales de alarma. Descubramos algunas de ellas.
¿Ver la televisión daña el cerebro? Se podría bromear y, basándose en medio siglo de estudios en psicología y sociología, observar que, si no hay daños biológicos demostrados, sin duda los daños mentales son obvios, evidentes. La televisión hace daño, sin duda, a la cultura, a la curiosidad, a la lectura y a los libros y, no menos importante, al espíritu crítico. Sin embargo, ¿es también perjudicial para el cuerpo? Existe un acalorado debate al respecto.
De hecho, un grupo de científicos tomó una muestra de casi 100.000 mujeres (89.278, para ser exactos), de entre 25 y 42 años, y siguió su estado de salud durante 20 años, de 1991 a 2011. El peculiar estudio se llevó a cabo en Estados Unidos.
Los resultados no tardaron en ser impresionantes. Se detectaron 118 casos de cáncer colorrectal de aparición temprana; y, a su pequeña manera, la televisión también desempeñó un papel en la promoción de la aparición de la enfermedad cancerosa. De hecho, las mujeres que veían la televisión más de una hora al día tenían un 12% más de probabilidades de desarrollar la enfermedad. Por el contrario, las mujeres que pasaban dos horas o más al día tenían un 70% más de probabilidades de contraer cáncer colorrectal.
El elemento curioso es que, como observó Yin Cao, la correlación sólo se produce cuando se está delante del televisor; no hay correlación con el riesgo de contraer cáncer por estar demasiado tiempo sentado en la oficina, en el parque o en un restaurante. De hecho, el estudio favoreció el elemento televisivo, que resultó ser decisivo.
Sin embargo, Yin Cao, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, advirtió del peligro de sacar conclusiones arbitrarias. De hecho, muchos periódicos y emisoras angloamericanos habían emprendido la lucha contra el nuevo enemigo, la televisión; aterrorizando a miles de personas sobre los riesgos de contraer cáncer.
La relación con el sedentarismo es obvia, lo han observado múltiples expertos; sin embargo, también puede haber otros factores como el tabaquismo, la obesidad, la dieta, la contaminación, etc. Aunque las investigaciones citan horas y duraciones precisas, no existe un número exacto de horas en las que hay que estar sentado y otro en las que hay que hacer ejercicio. En general, moverse y mantenerse activo, si se quiere una vida larga y sana, sigue siendo una prioridad.
De hecho, el estudio se ha realizado sobre una población, como la estadounidense, en la que hace estragos la lacra de la obesidad ligada a la comida rápida y a la falta de una cultura culinaria saludable. Todos estos elementos que contribuyen -unos más, otros menos- al desarrollo del cáncer colorrectal.
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