¿Fin de semana fuera? ¿Vacaciones de unos días? He aquí cómo evitar sorpresas desagradables con la comida en el congelador al volver a casa.
Regalarse unos días de relax es una sana costumbre, pero a menudo se corre el riesgo de volver a casa tras un simple fin de semana fuera y encontrarse con una verdadera emergencia eléctrica.
De hecho, al partir se dejan alimentos y bebidas en la nevera y en el congelador pensando poder consumirlos a la vuelta, pero esta acción puede resultar extremadamente peligrosa para toda la familia.
Durante nuestra ausencia, puede haberse producido un apagón de pocas horas, del que no queda rastro, que podría haber comprometido la integridad de los alimentos, poniendo en grave riesgo nuestra salud, así como nuestros bolsillos. Las fluctuaciones de tensión también tienen un impacto significativo en la factura de la luz.
La falta de electricidad podría provocar que los alimentos se descongelen y se vuelvan a congelar en el congelador, una combinación que puede resultar letal, como indica el Ministerio de Sanidad, que desaconseja encarecidamente esta práctica.
¿Qué le pasa a un alimento descongelado y vuelto a congelar? El alimento en cuestión tiende a perder sabor o a tener un gusto anormal porque, al repetirse el proceso de congelación, se pierden proteínas, vitaminas y minerales. La consecuencia más grave, sin embargo, afecta a la seguridad y, por tanto, a la salud, ya que la práctica de descongelar/volver a congelar modifica la carga bacteriana de los alimentos, haciendo que proliferen microorganismos nocivos dispuestos a atacar al organismo.
Sólo la cocción a altas temperaturas antes de la congelación garantiza que se detenga la proliferación de bacterias. En cualquier caso, ante un alimento descongelado, siempre es bueno consumirlo en el día, porque incluso los alimentos cocinados pueden liberar toxinas resistentes a las altas temperaturas.
Sin embargo, hay un pequeño truco para saber si ha habido un apagón en nuestra ausencia y si, por tanto, los alimentos se han descongelado y vuelto a congelar. Basta con dejar una moneda sobre un vaso de agua helada dentro del congelador y comprobar su posición al volver. Si la moneda se ha quedado encima, no habrá habido alguna ausencia de corriente eléctrica. Si, por el contrario, la moneda se ha deslizado hacia el interior del vaso, lo más probable es que haya fallado la electricidad.
Entonces se deduce que en el primer caso se puede consumir todo lo que haya en el frigorífico y en el congelador, comprobando siempre antes la fecha de caducidad. En cambio, en el segundo caso, se aconseja tirar todos los alimentos del congelador para evitar el riesgo de una peligrosa intoxicación alimentaria.
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