Un anuncio de la conocida empresa surcoreana Samsung pone en crisis a sus clientes, esto es lo que pasará.
Primero la emergencia sanitaria y luego la guerra de Rusia provocaron efectos devastadores en la economía de todo el mundo, desencadenando la llamada crisis energética. En los últimos años, los precios de los productos básicos han aumentado de forma exponencial, lo que se ha traducido en facturas más elevadas para los ciudadanos y las empresas.
El elevado coste de la electricidad y el gas no sólo afecta a las facturas de los servicios públicos, sino que repercute en todo el ciclo de producción de bienes y servicios. De hecho, si los costes de producción aumentan, el empresario se ve obligado a cubrir ese mayor coste. En la mayoría de los casos, esto desencadena un aumento automático de los precios, por lo que el consumidor tendrá que pagar más por el bien que quiere comprar.
Mientras tanto, el consumidor tendrá que hacer frente al aumento concomitante de las facturas, con el resultado de que, además de ver disminuir su poder adquisitivo, dispondrá de un presupuesto menor para sus gastos. Menos compras, menos producción. Esto obliga generalmente a las empresas a despedir a sus empleados. Se desencadena así un círculo vicioso, definido como recesión.
Los efectos son claramente visibles en los mercados financieros, donde el pánico de los inversores ha causado enormes pérdidas. Afortunadamente, los analistas esperan que 2023 sea un año mejor. De hecho, si el Banco Central estadounidense consigue mantener la inflación bajo control, también impulsará a los bancos europeos.
Hasta ahora hablábamos de pequeñas y medianas empresas, sin embargo, la crisis económica ha puesto en serio riesgo la estabilidad incluso de los gigantes tecnológicos. Los datos financieros trimestrales, muestran un descenso de la empresa Samsung en un 8%, aunque sigue manteniendo un buen margen de beneficio neto.
Para hacer frente a las pérdidas, Samsung anunció el cese de la producción de semiconductores. Según Bloomberg, la división de chips generó pérdidas de más de 3.000 millones de dólares. El desplome se debe a la caída de las ventas, que a su vez está relacionada con los aumentos de producción realizados por Samsung durante la pandemia, cuando la demanda de móviles y ordenadores era mucho mayor.
En cualquier caso, Samsung ha decidido detener la producción y, mientras tanto, espera deshacerse de los semiconductores acumulados en los almacenes. Aún no está claro cuáles serán los efectos a largo plazo en los mercados y en millones de usuarios de todo el mundo. Por su parte, Samsung afirma que el recorte es a corto plazo y promete ampliar la inversión en investigación y desarrollo para consolidar su liderazgo tecnológico.
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