La elección del cargador portátil es importante para la seguridad, algunos modelos pueden ser muy peligrosos.
El cargador portátil o power bank se utiliza para recargar dispositivos electrónicos, como smartphones, tabletas, smartwatches, cuando no se dispone de una toma de corriente eléctrica. Básicamente, se trata de baterías externas equipadas con uno o varios puertos de diversos formatos USB a los que se pueden conectar dispositivos descargados.
Una de las principales características de los cargadores portátiles es su capacidad energética, que se calcula en miliamperios hora (mAh), la unidad de medida de la intensidad de la corriente eléctrica que circula por un dispositivo en una hora. Es la misma medida que se utiliza para las baterías de smartphones y tabletas.
La capacidad del power bank es fácilmente visible en el paquete de venta y puede variar en función del tipo de dispositivo que se pretenda recargar. Antes de comprar uno, por tanto, sería bueno comprobar la cantidad de energía que necesita el dispositivo para funcionar. Una mayor capacidad del cargador portátil también permitirá más recargas.
Normalmente, un power bank está equipado con al menos un puerto de entrada para recargar el dispositivo, en la mayoría de los casos se trata de microUSB, mientras que los sistemas de Apple utilizan un puerto Lightning que permite utilizar el mismo cable para recargar el IPhone. Los puertos de salida, en cambio, pueden ser más y suelen ser los clásicos USB A y, solo en algunos casos USB Typer-C.
La mayoría de los cargadores portátiles modernos son compatibles con los sistemas de carga rápida de los móviles de última generación. Para que esto funcione correctamente, sin embargo, es necesario comprobar que el dispositivo que se va a cargar es compatible con el nivel de potencia del cargador. Aunque, por lo general, los power banks reconocen la cantidad de potencia que pueden suministrar de forma autónoma y nunca se pasan, obviamente, es importante elegir un dispositivo de calidad que cumpla con las normas de seguridad habituales si se quiere evitar dañar el dispositivo que se está cargando o, peor aún, sufrir accidentes desagradables.
De hecho, como ocurre con todos los dispositivos que funcionan con pilas, existen riesgos potenciales en el uso de power banks debido a sobrecargas y defectos de fabricación. Se han registrado unos 50 accidentes en todo el mundo causados por cargadores portátiles y, en uno de los casos, la persona sufrió quemaduras graves al explotar su cargador.
La explosión puede deberse al sobrecalentamiento de una batería gastada, rota o defectuosa. La normativa vigente exige tanto controles de seguridad muy minuciosos como la instalación de sensores e interruptores para evitar la sobretensión y prevenir así la formación de gas inflamable debido al sobrecalentamiento de los iones de litio. Por lo tanto, si el aparato es original y cumple con las normas, no deberían producirse estos problemas. Sin embargo, puede ocurrir que incluso un gigante como Amazon haya tenido que retirar del mercado 6 modelos diferentes de power bank debido a un problema con la batería.
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